Tanto se ha hablado de la innovación en Chile en estos últimos años que ya a esta altura sería importante preguntarnos cuánto habremos avanzado en esta materia. Como nación tenemos consenso de que la innovación es buena para el país pues es una palanca para el desarrollo, genera más oportunidades para las nuevas generaciones, incrementa el valor de nuestros productos y servicios, aumenta la productividad de las empresas y, por consiguiente, mejora el estándar de vida del país. Sin duda hemos avanzado. Hay algo en el ambiente que se está notando, que se está respirando, que se está leyendo y viendo. Pero basta profundizar un poco a través de la superficie para darnos cuenta de que pese a los avances aún estamos lejos de ser un país innovador.
"Creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado", www.RAE.es
"El acto de introducir algo nuevo", American Heritage Dictionary"La explotación exitosa de nuevas ideas", Department of Trade and Industry, UK
"El proceso de traducir nuevas ideas a impacto social tangible", K Holly, Vice Provost, USC & Exec Dir of USC Stevens Institute for Innovation
"Cambio que crea una nueva dimensión de performance", P Drucker
Algunas palabras claves que podemos extraer de estas definiciones:
cambio, creación, explotación, impacto...
Un país innovador es entonces un país que vive y promueve el cambio que produce más bienestar, un país creativo, audaz, que da acogida y es capaz de explotar exitosamente las nuevas ideas, a la vez generando un impacto social, cultural y económico tangible. La innovación se produce en un ambiente que incentiva y favorece una mentalidad creativa, que estimula la audacia, la sed de emprender nuevas aventuras, que educa una mente abierta a nuevas ideas, a nuevos paradigmas, a cuestionar los dogmas, a no enamorarse de los éxitos pasados, a desafiar el intelecto, a saber caer y levantarse...La innovación resulta en exuberancia y creatividad en las artes, en surgimiento de tendencias intelectuales y culturales, en el desarrollo de las ciencias y la tecnología, en un mejor estándar de vida y mayor bienestar para los ciudadanos.
Miremos ahora la evidencia cuantitativa. Una forma simple y directa (aunque evidentemente incompleta) de medir y comparar la innovación entre los distintos países es utilizando el número de patentes de propiedad intelectual que éstos producen anualmente. Muchos países, de similar o incluso de bastante menor tamaño al nuestro (como, por ejemplo, Irlanda, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Australia, Austria, Suecia, Bélgica), contribuyen en forma considerable al volumen mundial de patentes, mientras Chile no aparece en los rankings:
PARTICIPACIÓN DEL VOLUMEN DE PATENTES POR PAÍS
(http://www.conferenceboard.ca/hcp/details/innovation/share-of-world-patents.aspx)
(http://www.conferenceboard.ca/hcp/details/innovation/share-of-world-patents.aspx)
También podemos medir la capacidad innovadora de un país en forma indirecta, calificando factores que generan un ambiente propicio para la innovación. Legatum Institute rankeó a principios del 2011 (http://www.smartplanet.com/blog/smart-takes/top-10-innovative-countries-denmark-leads-world-in-2010-sweden-us-follow/13487) a "los países que más contribuyen al avance del bienestar de la humanidad", utilizando los siguientes criterios: (1) un fuerte clima de emprendimiento; (2) bajos costos de emprendimiento; (3) percepción pública de un buen ambiente para el emprendimiento; (4) habilidad para comercializar la innovación y (5) infraestructura informática y de telecomunicaciones que permite esfuerzos comerciales productivos. Los 10 países con más capacidad de innovación según este ranking resultaron ser bDinamarca, Suecia, EEUU, Finlandia, Inglaterra, Noruega, Irlanda, Singapur, Islandia y Canadá.
No es casualidad que la capacidad innovadora de un país medida con los criterios anteriormente mencionados esté estrechamente relacionada al volumen de producción de patentes de invención. Lo primero lleva a lo segundo. Más aun, es natural que exista también una estrecha relación entre la capacidad innovadora de un país y su índice de prosperidad (http://www.prosperity.com/summary.aspx), pues nuevamente, lo primero lleva a lo segundo.
¿Cuáles son las acciones que Chile debiera ejecutar para convertirse más rápidamente en un país innovador? Entre las más importantes destaco las siguientes:
1) Promover la cultura de la propiedad intelectual a través de la educación y de un marco institucional y legal más efectivo, más ágil y de menor costo.
2) Modernizar la educación superior, incorporando a los programas universitarios, especialmente de las ingenierías, ciencias y leyes (y en alguna medida también las artes), cursos obligatorios de formación en creatividad, emprendimiento y desarrollo y administración de la propiedad intelectual.
3) Reducir drásticamente los costos de inicio del emprendimiento, los costos de quiebra y del capital de riesgo, etc.
4) Fomentar la creación de spin-offs, diversificando la propiedad del capital, y la creación de nuevas empresas para la innovación
5) Proteger a los nuevos emprendimientos del poder de mercado de los grandes clientes, especialmente en relación a los plazos de pago, el desarrollo de propiedad intelectual, etc
Chile no tiene cultura de propiedad intelectual. No enseñamos en la educación escolar ni superior por qué es necesario utilizar, proteger y respetar la propiedad intelectual, cuál es el proceso a seguir para patentar, etc. Muchos creadores chilenos no patentan sus ideas por temor a que se las copien, por falta de confianza, por el costo que tiene, porque el proceso es complejo y poco conocido. Proteger la propiedad intelectual genera los incentivos adecuados para que los creadores se atrevan a apostar y puedan desarrollar sus ideas en forma rentable. Simplifiquemos, agilicemos y reduzcamos los costos de los procesos asociados a la propiedad intelectual y a la vez fortalezcamos el marco legal e institucional para asegurar su protección. Incorporemos materias y formación atingentes en los programas de educación escolar y superior e informemos adecuada y claramente al público. Nuestro bajo compromiso con la protección de la propiedad intelectual se refleja por ejemplo en el hecho de que todavía estemos en la "lista negra" de la propiedad intelectual elaborada por EEUU, junto a otros 11 países (Priority Watch List, http://www.ustr.gov/webfm_send/2841), lo que daña las relaciones políticas y comerciales con nuestros socios. En este ámbito el gobierno ha hecho importantes compromisos y esperamos avances en los próximos años, pero que no sean sólo en relación a los intereses de las grandes naciones, sino también en relación a los intereses de Chile y de la protección de su patrimonio intelectual presente y futuro.
La educación juega un rol clave en el camino a convertirnos en un país innovador, y hoy no nos está ayudando mucho. Mientras tenemos consenso de que nuestra educación básica y media adolecen de calidad y de creatividad y estamos avanzando a corregir esta gran falencia, poco o nada se ha dicho de nuestra educación universitaria. Nuestras escuelas universitarias de élite están formando buenos profesionales. Pero no están formando emprendedores ni grandes creadores, están formando buenos empleados para grandes empresas. Chile necesita urgente más creadores, necesita urgente más emprendedores, necesita tomarse la bandera de la innovación, necesita jóvenes audaces que abran nuevos caminos, que generen miles de nuevas empresas que sean capaces de comercializar sus nuevos productos a través del mundo, por la prosperidad y el bienestar futuro del país, ¡Chile no necesita seguir educando a gran parte de su juventud para hacer crecer a las grandes corporaciones!
¿Cuál es el rol que le cabe a las empresas en la innovación? El país es el reflejo de sus empresas. En Chile las grandes corporaciones concentran un alto % del PIB y de las ventas (25 empresas concentran 20% de las ventas de todas las empresas de Chile). ¿Y qué innovación hacen las grandes empresas chilenas? ¿Cuántas patentes producen al año? ¿Cuánto se reinventan? ¿Cuántas spin-offs generan? En la última década varias de las grandes empresas chilenas se han internacionalizado exitosamente, llegando a estar dentro de las más grandes de Latinoamérica. Esto se debe a que han aprendido a ser competitivas y eficientes, han mejorado sus procesos, su infraestructura, su tecnología y su capital humano y han aprovechado exitosamente el crecimiento de Chile y de la región. En el mediano plazo esto es bueno para el país, pues las economías de escala y mayores eficiencias de estas grandes empresas mejoran su productividad y su rentabilidad, con lo que debieran poder ofrecer servicios y productos más económicos a sus clientes, generar más retornos a sus accionistas y contar con más recursos financieros para reinvertir en crecimiento. No obstante, en relación a los productos que estas empresas ofrecen, siguen haciendo más de lo mismo o copiando lo que ven en los países desarrollados, siguen produciendo productos de relativamente bajo valor agregado que no representan un gran patrimonio intelectual para Chile, prácticamente no hay innovación en productos que se traduzca en saltos cualitativos de creación de valor y comercialización a escala global. En resumen, por un lado tenemos una economía altamente concentrada en grandes empresas que innovan poco y, por otro, surgen muy pocas nuevas empresas que crean nuevos productos para ser comercializados en el mundo. Todo esto resulta en un muy bajo aporte del mundo empresarial chileno a la innovación y a la creación de patrimonio intelectual.
No es de extrañar entonces que las estadísticas 2010 del PCT (Patent Cooperation Treaty) (http://www.wipo.int/export/sites/www/pct/en/activity/pct_2010.pdf) muestren que las empresas chilenas generan un aporte porcentual al total de patentes de propiedad intelectual del país que está muy por debajo del que generan en sus países las empresas de las 16 economías más desarrollados del mundo. Incluso en comparación con sus pares -es decir, las empresas de las economías de desarrollo medio-, las empresas chilenas hacen un aporte relativamente muy bajo al total de patentes del país. Por otro lado, en Chile las universidades concentran un porcentaje desproporcionado de las patentes registradas por el PCT; de hecho, el porcentaje más alto de entre las más de 30 economías comparadas en la estadística. Esto habla claramente de que nuestras empresas no han sabido valorar ni capturar el valor potencial de la propiedad intelectual, dejando su explotación en manos de las universidades, lo que sin duda es una limitación a la innovación y al crecimiento económico del país, toda vez que no es propio de las universidades explotar comercialmente el uso de las patentes en todo su potencial.
DISTRIBUCIÓN DE PATENTES REGISTRADAS EN EL PCT POR TIPO DE DUEÑO
Las personas y empresas que apuestan a la innovación, a inventar lo no inventado, a introducir nuevos paradigmas, ésas son las que "la llevan" en un país que busca desarrollarse, en un país que crea oportunidades para los más entusiastas y esforzados. Preparemos a nuestros mejores talentos para ser más emprendedores e innovadores. Demos a los innovadores condiciones equitativas para poder competir y desarrollarse en el país y en la región. En sus manos está el futuro de Chile. En sus manos está la multiplicación de las oportunidades para las futuras generaciones. En sus manos está el sueño de convertirnos en un país desarrollado y desterrar el lastre de la pobreza y la desigualdad de oportunidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario