Vayan mis mejores deseos de felicidad, éxito y prosperidad para todos los chilenos y extranjeros que habitan estas tierras, en esta Navidad y siempre.
Que sigamos avanzando a paso firme en la construcción de un país de respeto e igualdad de oportunidades.
Que aprendamos a manifestar nuestros desacuerdos, con el buen uso del intelecto, de la justicia y del corazón, a través de un debate abierto, inteligente, constructivo y generoso, dejando atrás las piedras, la violencia, las descalificaciones y la destrucción. Que aprendamos que para llegar a buenos acuerdos normalmente ambas partes deben ceder en algo.
Que aprendamos que lo importante es siempre ir avanzando hacia las grandes metas, construyendo soluciones suficientemente buenas y mejorando dichas soluciones en el camino, en vez de quedarnos pegados sin avanzar a la espera de soluciones perfectas.
Que aprendamos a alegrarnos del éxito ajeno, a ayudar a levantarse al que fracasa y a compartir generosamente los éxitos propios.
Que aprendamos que para llegar a destinos lejanos hay que partir planificando el viaje, equiparse adecuadamente, ayudar a los que se quedan atrás y no olvidar los valores y la disciplina necesarios para no perder el rumbo, la moral ni el ritmo.
Que recordemos que nuestros derechos son el resultado del cumplimiento de nuestros deberes y que un país virtuoso se construye con el aporte, la creatividad, el trabajo y la generosidad de todos sus ciudadanos.
Pero ante todo, que cuidemos, disfrutemos y reconozcamos todo lo bueno que ya hemos construido con tanto sacrificio y esfuerzo. Que seamos agradecidos y respetuosos del país que tenemos -que muchos se lo quisieran-, que aprendamos a ver también "la parte media llena del vaso" y que sigamos construyendo sobre lo que ya hemos construido, con entusiasmo, honestidad, generosidad y visión de largo plazo.
Y que cuando seamos abuelos podamos decir con satisfacción que "ayudamos con nuestro grano de arena a construir un mejor país para nuestros nietos".
Son mis deseos para Chile.
¡Un fuerte abrazo!
En proceso de búsqueda, lo único permanente es el cambio... Desde esta ventana protejo la soberanía de mi bastión para la libre reflexión, contra los embates de su principal enemiga: esa vorágine del día a día que consume rápidamente nuestras vidas y nos impide detenernos a mirar más allá, a comprender cuál es el sentido y la trascendencia de lo que hacemos y de lo que sucede alrededor nuestro, durante este irreversible viaje de ascenso y descenso.
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