Playas, riberas y parques llenos de desechos, esclavitud por
endeudamiento, adicción a la comida chatarra, al alcohol y a las drogas,
ciudades tapizadas de grafitis, desprecio por los bienes y patrimonios
públicos, desprecio por la historia, la cultura y el lenguaje, 70% de
incomprensión de lectura, el apedreo como monólogo y permanente forma de
expresión, recursos naturales depredados, daño irreversible al medio
ambiente, desprecio por los derechos del vecino, asfixia por
contaminación ambiental, tacos infernales, el culto de lo antiestético, la
tolerancia de lo decadente, en fin, las enfermedades y consecuencias de la
voracidad del hombre en su más libre y empoderada expresión podrían ser el end game de una sociedad
que avanza a paso firme a un choque frontal entre desarrollo económico y
subdesarrollo cultural.
Y es que al paso que vamos cuando alcancemos los 20.000US$ de ingreso per cápita que nos transformarán de un día para otro, milagrosamente, en ese tan anhelado "país desarrollado", ése con el que nuestros padres y abuelos sólo pudieron soñar, ése que yace allí en el futuro cercano como la gran zanahoria que energiza nuestras motivaciones, como la gran meta que parece justificar cualquier decadencia, en ese mismo momento de gloria para este "país emergente" que dejará de serlo, las hordas terminarán de salir a las calles, terminarán de destruir lo que se pueda destruir, ese día terminaremos de depredar los paisajes. Desde ese momento no habrá mucho más de qué sentirse orgullosos, ni de las hermosas playas, lagos y ríos, ni de los parques nacionales inmaculados, ni de la paz social y la estable democracia; y del lenguaje qué hablar, o aprendemos todos a comunicarnos a pedradas y a golpes o ya no podremos escucharnos; y de lo poco que nos queda de hospitalarios, ya no nos quedará nada...
Sí pues, mientras
la economía nacional crece al 6% anual parece que la educación nacional
retrocede al 12% anual.
No es sólo tarea
de gobernantes, legisladores, instituciones, profesores y alumnos, es también tarea
de todos los ciudadanos tomar consciencia en forma urgente, de que el dinero sin
educación, sin cultura, sin respeto, sin dignidad y sin gusto, es como un arma
en manos de un niño. La educación no sólo se recibe, también se busca, se
cultiva, se imita, se aprende y se comparte.
Hagamos de éste un país desarrollado, pero en todo el amplio sentido de la palabra.