Vayan mis mejores deseos de felicidad, éxito y prosperidad para todos los chilenos y extranjeros que habitan estas tierras, en esta Navidad y siempre.
Que sigamos avanzando a paso firme en la construcción de un país de respeto e igualdad de oportunidades.
Que aprendamos a manifestar nuestros desacuerdos, con el buen uso del intelecto, de la justicia y del corazón, a través de un debate abierto, inteligente, constructivo y generoso, dejando atrás las piedras, la violencia, las descalificaciones y la destrucción. Que aprendamos que para llegar a buenos acuerdos normalmente ambas partes deben ceder en algo.
Que aprendamos que lo importante es siempre ir avanzando hacia las grandes metas, construyendo soluciones suficientemente buenas y mejorando dichas soluciones en el camino, en vez de quedarnos pegados sin avanzar a la espera de soluciones perfectas.
Que aprendamos a alegrarnos del éxito ajeno, a ayudar a levantarse al que fracasa y a compartir generosamente los éxitos propios.
Que aprendamos que para llegar a destinos lejanos hay que partir planificando el viaje, equiparse adecuadamente, ayudar a los que se quedan atrás y no olvidar los valores y la disciplina necesarios para no perder el rumbo, la moral ni el ritmo.
Que recordemos que nuestros derechos son el resultado del cumplimiento de nuestros deberes y que un país virtuoso se construye con el aporte, la creatividad, el trabajo y la generosidad de todos sus ciudadanos.
Pero ante todo, que cuidemos, disfrutemos y reconozcamos todo lo bueno que ya hemos construido con tanto sacrificio y esfuerzo. Que seamos agradecidos y respetuosos del país que tenemos -que muchos se lo quisieran-, que aprendamos a ver también "la parte media llena del vaso" y que sigamos construyendo sobre lo que ya hemos construido, con entusiasmo, honestidad, generosidad y visión de largo plazo.
Y que cuando seamos abuelos podamos decir con satisfacción que "ayudamos con nuestro grano de arena a construir un mejor país para nuestros nietos".
Son mis deseos para Chile.
¡Un fuerte abrazo!
En proceso de búsqueda, lo único permanente es el cambio... Desde esta ventana protejo la soberanía de mi bastión para la libre reflexión, contra los embates de su principal enemiga: esa vorágine del día a día que consume rápidamente nuestras vidas y nos impide detenernos a mirar más allá, a comprender cuál es el sentido y la trascendencia de lo que hacemos y de lo que sucede alrededor nuestro, durante este irreversible viaje de ascenso y descenso.
domingo, 18 de diciembre de 2011
domingo, 4 de diciembre de 2011
La paradoja de las tarjetas de crédito del retail II
En mi columna de julio del 2011 (http://sergiomendozaco.blogspot.com/2011_07_01_archive.html) planteé lo que me parecía una paradoja
en el modelo de negocios de las tarjetas de crédito del retail. Para resumir,
este modelo, que invita al consumo inmediato con pago futuro en cuotas a cambio
de un costo total bastante mayor que el precio “spot”, lleva a las personas de
menos ingresos a la larga a pagar mucho más por la compra de sus productos que
lo que pagan aquéllos con más ingresos. El retailer genera importantes márgenes
con los intereses cobrados a los más pobres, lo que les permite mantener
atractivos los precios "spot" de sus productos. De pasada entonces, los
ricos se benefician de buenos precios “spot” dado que pagan en forma inmediata.
Ésta es la paradoja del modelo, que invierte los fundamentos del revenue
management, haciendo que los consumidores con menor disposición a pago paguen
más que aquéllos con más disposición a pago, y, por lo tanto, en definitiva
haciendo que los pobres subsidien a los ricos. A simple vista entonces, este modelo parece no sustentable y socialmente ineficiente.
Sospecho que este modelo, si bien ha incentivado fuertemente el
consumo y el comercio y, por lo tanto, ha contribuido al crecimiento y
desarrollo económico, también está contribuyendo fuertemente a la desigual
distribución de la riqueza en Chile. Esta tesis por sí sola da para mucho más
que una columna y aclaro que no es el propósito de la presente. Más bien quiero
retomar algunas de las otras inquietudes que quedaron planteadas en mi columna de
julio:
¿Por qué los consumidores más pobres deciden endeudarse hasta
el punto de mermar su solvencia financiera y estándar de vida futuros? ¿Hay un
problema de falta de información, de falta de transparencia, o de falta de
educación de los consumidores más pobres, que los lleva a tomar decisiones que
atentan contra su bienestar futuro?
El problema planteado en dicha columna quedó abierto y agradezco los muy buenos comentarios y esfuerzos en
explicarla, que también son un importante input para la presente discusión. Intentaremos
ahora dar con una explicación definitiva a la paradoja.
Hace algunas semanas un amigo me hizo llegar una muy interesante publicación
(E.W. Dunn et al: “If money doesn’t make
you happy, then you probably aren’t spending it right”, Journal of Consumer Psychology 21 (2011)
115-125, http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1057740811000209) que me ha servido para entender mejor por
qué los consumidores hacen posible mantener este modelo que a simple vista parece
poco racional y no sustentable.
Dicho paper trata de cómo utilizar mejor el dinero para aumentar
la felicidad individual. Y justamente una de las ocho recomendaciones o
“principios” que los autores proponen para aumentar la felicidad es evitar el
consumo inmediato con pago futuro. Tomaré prestadas algunas de las excelentes
piezas de información experimental aludidas en dicha publicación (no repetiré
aquí las referencias) para elaborar mis siguientes argumentos.
De las investigaciones
y de la evidencia experimental se infiere un impacto negativo medible en la
felicidad de los consumidores por usar el crédito para consumir en forma
inmediata y pagar en el futuro. Este perjuicio en la felicidad se produce
debido a que la compra con crédito:
1) lleva al consumidor al aumento paulatino
de sus deudas, reducción de sus ahorros y detrimento de su pensión de
jubilación;
2) elimina la “anticipación”, esa fuente
gratis de felicidad asociada a la expectativa del consumo futuro que puede
incluso producir más felicidad que el mismo consumo (ver figura 1)
3) elimina la incertidumbre asociada al
consumo futuro cuando no se sabe en qué se va a gastar el dinero. Y esta
incertidumbre también es una fuente de felicidad;
4) hace cambiar negativamente la
elección de los productos a consumir, pues el consumo inmediato tienta a las
personas a caer en vicios, a elegir productos que generan placer inmediato pero
costos en su salud.
Es decir, al comprar productos
a crédito los consumidores no sólo incurren en mayores costos económicos, sino
que además reducen en forma considerable su potencial de felicidad.
Volvemos a preguntar entonces: ¿por qué los consumidores eligen comprar a crédito aun con los altos
costos de bienestar que este sistema acarrea?
He aquí una de las claves para responder la pregunta que queremos responder: las investigaciones experimentales muestran que el consumo presente
ejerce una muy poderosa fuerza sobre la mente del consumidor, que lo lleva al
sesgo de “anhedonia futura”, es decir, al error de siempre subestimar el placer
que sentirá por consumir un producto en el futuro (en comparación al placer que
realmente termina sintiendo al consumirlo). Este hecho es sorprendente y su
causa raíz no está explicada en el paper.
Sospecho que este comportamiento sesgado de la mente humana se explica
como un fenómeno evolutivo de supervivencia de la especie, pues, ante la escasez,
tendrá más probabilidad de sobrevivir aquél que antes pueda consumir,
independiente del impacto de largo plazo de lo que consume o de lo que deba
entregar a cambio para lograrlo, incluso si se trata de sacrificar su bienestar
futuro o su libertad.
Por otro lado, en las decisiones de deuda también actúa una componente de expectativas positivas del consumidor, que lo llevan
a estimar un crecimiento de sus ingresos futuros cuando el país y los sueldos
crecen sostenidamente. Es natural que en este escenario los consumidores tiendan
fácilmente a gastar en forma anticipada los ingresos adicionales que esperan
obtener en el futuro. Sin embargo, esto también representa un error o sesgo por
parte del consumidor, en este caso en la proyección de sus ingresos futuros,
pues no considera la probabilidad de una crisis económica o simplemente de
perder su fuente de sustento. Naturalmente, ante una caída en el crecimiento económico
o la pérdida de su fuente de sustento, la deuda termina encerrando al
consumidor en una situación muy compleja.
¿Cómo cambiaría el comportamiento del consumidor si los retailers publicaran
junto al precio “spot” el precio total en cuotas (además de la cuota)? Creo que
muchos consumidores no saben hacer o simplemente no se dan la molestia de hacer
el cálculo del costo total en cuotas. Si tuviesen a la vista el costo total en
cuotas y lo compararan con el precio spot probablemente muchos preferirían hacer el
esfuerzo de ahorrar hasta contar con el dinero suficiente para comprar y pagar
en forma inmediata (ver figura 2).
En resumen, existen fuertes asimetrías de información en las
decisiones de consumo de aquéllos que usan el crédito para comprar productos
del retail. Al momento de tomar la decisión de compra muchos consumidores sobrestiman sus ingresos y capacidad de pago futuros o bien no tienen toda la información, el conocimiento o la capacidad para estimar los riesgos y los costos
económicos y emocionales asociados a la opción de “consumo ahora y pago después”.
Esto hace que los consumidores permitan sostener un modelo de negocio que va
contra los principios del revenue management y que, por consiguiente, nos
parece poco sostenible e ineficiente.
Es esperable que educando mejor al consumidor y entregándole más datos
relevantes para la toma de decisiones en la línea de eliminar las asimetrías de
información discutidas aquí, éste cambie considerablemente su comportamiento de
consumo con crédito, tomando decisiones más racionales, reduciendo sus riesgos
e incrementando sus niveles de ahorro y felicidad futura. Un esfuerzo en esta
dirección podría además contribuir a reducir la brecha en la distribución de la
riqueza en Chile.
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