domingo, 18 de diciembre de 2011

Saludo de Navidad y año nuevo para Chile

Vayan mis mejores deseos de felicidad, éxito y prosperidad para todos los chilenos y extranjeros que habitan estas tierras, en esta Navidad y siempre.

Que sigamos avanzando a paso firme en la construcción de un país de respeto e igualdad de oportunidades.

Que aprendamos a manifestar nuestros desacuerdos, con el buen uso del intelecto, de la justicia y del corazón, a través de un debate abierto, inteligente, constructivo y generoso, dejando atrás las piedras, la violencia, las descalificaciones y la destrucción. Que aprendamos que para llegar a buenos acuerdos normalmente ambas partes deben ceder en algo.

Que aprendamos que lo importante es siempre ir avanzando hacia las grandes metas, construyendo soluciones suficientemente buenas y mejorando dichas soluciones en el camino, en vez de quedarnos pegados sin avanzar a la espera de soluciones perfectas.

Que aprendamos a alegrarnos del éxito ajeno, a ayudar a levantarse al que fracasa y a compartir generosamente los éxitos propios.

Que aprendamos que para llegar a destinos lejanos hay que partir planificando el viaje, equiparse adecuadamente, ayudar a los que se quedan atrás y no olvidar los valores y la disciplina necesarios para no perder el rumbo, la moral ni el ritmo.

Que recordemos que nuestros derechos son el resultado del cumplimiento de nuestros deberes y que un país virtuoso se construye con el aporte, la creatividad, el trabajo y la generosidad de todos sus ciudadanos.

Pero ante todo, que cuidemos, disfrutemos y reconozcamos todo lo bueno que ya hemos construido con tanto sacrificio y esfuerzo. Que seamos agradecidos y respetuosos del país que tenemos -que muchos se lo quisieran-, que aprendamos a ver también "la parte media llena del vaso" y que sigamos construyendo sobre lo que ya hemos construido, con entusiasmo, honestidad, generosidad y visión de largo plazo.

Y que cuando seamos abuelos podamos decir con satisfacción que "ayudamos con nuestro grano de arena a construir un mejor país para nuestros nietos".

Son mis deseos para Chile.

¡Un fuerte abrazo!

domingo, 4 de diciembre de 2011

La paradoja de las tarjetas de crédito del retail II

En mi columna de julio del 2011 (http://sergiomendozaco.blogspot.com/2011_07_01_archive.html) planteé lo que me parecía una paradoja en el modelo de negocios de las tarjetas de crédito del retail. Para resumir, este modelo, que invita al consumo inmediato con pago futuro en cuotas a cambio de un costo total bastante mayor que el precio “spot”, lleva a las personas de menos ingresos a la larga a pagar mucho más por la compra de sus productos que lo que pagan aquéllos con más ingresos. El retailer genera importantes márgenes con los intereses cobrados a los más pobres, lo que les permite mantener atractivos los precios "spot" de sus productos. De pasada entonces, los ricos se benefician de buenos precios “spot” dado que pagan en forma inmediata. Ésta es la paradoja del modelo, que invierte los fundamentos del revenue management, haciendo que los consumidores con menor disposición a pago paguen más que aquéllos con más disposición a pago, y, por lo tanto, en definitiva haciendo que los pobres subsidien a los ricos. A simple vista entonces, este modelo parece no sustentable y socialmente ineficiente.

Sospecho que este modelo, si bien ha incentivado fuertemente el consumo y el comercio y, por lo tanto, ha contribuido al crecimiento y desarrollo económico, también está contribuyendo fuertemente a la desigual distribución de la riqueza en Chile. Esta tesis por sí sola da para mucho más que una columna y aclaro que no es el propósito de la presente. Más bien quiero retomar algunas de las otras inquietudes que quedaron planteadas en mi columna de julio:

¿Por qué los consumidores más pobres deciden endeudarse hasta el punto de mermar su solvencia financiera y estándar de vida futuros? ¿Hay un problema de falta de información, de falta de transparencia, o de falta de educación de los consumidores más pobres, que los lleva a tomar decisiones que atentan contra su bienestar futuro?

El problema planteado en dicha columna quedó abierto y agradezco los muy buenos comentarios y esfuerzos en explicarla, que también son un importante input para la presente discusión. Intentaremos ahora dar con una explicación definitiva a la paradoja.

Hace algunas semanas un amigo me hizo llegar una muy interesante publicación (E.W. Dunn et al: “If money doesn’t make you happy, then you probably aren’t spending it right”,  Journal of Consumer Psychology 21 (2011) 115-125, http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1057740811000209) que me ha servido para entender mejor por qué los consumidores hacen posible mantener este modelo que a simple vista parece poco racional y no sustentable.

Dicho paper trata de cómo utilizar mejor el dinero para aumentar la felicidad individual. Y justamente una de las ocho recomendaciones o “principios” que los autores proponen para aumentar la felicidad es evitar el consumo inmediato con pago futuro. Tomaré prestadas algunas de las excelentes piezas de información experimental aludidas en dicha publicación (no repetiré aquí las referencias) para elaborar mis siguientes argumentos.

De las investigaciones y de la evidencia experimental se infiere un impacto negativo medible en la felicidad de los consumidores por usar el crédito para consumir en forma inmediata y pagar en el futuro. Este perjuicio en la felicidad se produce debido a que la compra con crédito:

1)     lleva al consumidor al aumento paulatino de sus deudas, reducción de sus ahorros y detrimento de su pensión de jubilación;
2)     elimina la “anticipación”, esa fuente gratis de felicidad asociada a la expectativa del consumo futuro que puede incluso producir más felicidad que el mismo consumo (ver figura 1)
3)     elimina la incertidumbre asociada al consumo futuro cuando no se sabe en qué se va a gastar el dinero. Y esta incertidumbre también es una fuente de felicidad;
4)    hace cambiar negativamente la elección de los productos a consumir, pues el consumo inmediato tienta a las personas a caer en vicios, a elegir productos que generan placer inmediato pero costos en su salud.



Es decir, al comprar productos a crédito los consumidores no sólo incurren en mayores costos económicos, sino que además reducen en forma considerable su potencial de felicidad.

Volvemos a preguntar entonces: ¿por qué los consumidores eligen comprar a crédito aun con los altos costos de bienestar que este sistema acarrea?

He aquí una de las claves para responder la pregunta que queremos responder: las investigaciones experimentales muestran que el consumo presente ejerce una muy poderosa fuerza sobre la mente del consumidor, que lo lleva al sesgo de “anhedonia futura”, es decir, al error de siempre subestimar el placer que sentirá por consumir un producto en el futuro (en comparación al placer que realmente termina sintiendo al consumirlo). Este hecho es sorprendente y su causa raíz no está explicada en el paper.

Sospecho que este comportamiento sesgado de la mente humana se explica como un fenómeno evolutivo de supervivencia de la especie, pues, ante la escasez, tendrá más probabilidad de sobrevivir aquél que antes pueda consumir, independiente del impacto de largo plazo de lo que consume o de lo que deba entregar a cambio para lograrlo, incluso si se trata de sacrificar su bienestar futuro o su libertad.

Por otro lado, en las decisiones de deuda también actúa una componente de expectativas positivas del consumidor, que lo llevan a estimar un crecimiento de sus ingresos futuros cuando el país y los sueldos crecen sostenidamente. Es natural que en este escenario los consumidores tiendan fácilmente a gastar en forma anticipada los ingresos adicionales que esperan obtener en el futuro. Sin embargo, esto también representa un error o sesgo por parte del consumidor, en este caso en la proyección de sus ingresos futuros, pues no considera la probabilidad de una crisis económica o simplemente de perder su fuente de sustento. Naturalmente, ante una caída en el crecimiento económico o la pérdida de su fuente de sustento, la deuda termina encerrando al consumidor en una situación muy compleja.

¿Cómo cambiaría el comportamiento del consumidor si los retailers publicaran junto al precio “spot” el precio total en cuotas (además de la cuota)? Creo que muchos consumidores no saben hacer o simplemente no se dan la molestia de hacer el cálculo del costo total en cuotas. Si tuviesen a la vista el costo total en cuotas y lo compararan con el precio spot probablemente muchos preferirían hacer el esfuerzo de ahorrar hasta contar con el dinero suficiente para comprar y pagar en forma inmediata (ver figura 2).





En resumen, existen fuertes asimetrías de información en las decisiones de consumo de aquéllos que usan el crédito para comprar productos del retail. Al momento de tomar la decisión de compra muchos consumidores sobrestiman sus ingresos y capacidad de pago futuros o bien no tienen toda la información, el conocimiento o la capacidad para estimar los riesgos y los costos económicos y emocionales asociados a la opción de “consumo ahora y pago después”. Esto hace que los consumidores permitan sostener un modelo de negocio que va contra los principios del revenue management y que, por consiguiente, nos parece poco sostenible e ineficiente.

Es esperable que educando mejor al consumidor y entregándole más datos relevantes para la toma de decisiones en la línea de eliminar las asimetrías de información discutidas aquí, éste cambie considerablemente su comportamiento de consumo con crédito, tomando decisiones más racionales, reduciendo sus riesgos e incrementando sus niveles de ahorro y felicidad futura. Un esfuerzo en esta dirección podría además contribuir a reducir la brecha en la distribución de la riqueza en Chile.

domingo, 16 de octubre de 2011

Del libre albedrío, la Mecánica Cuántica y la existencia de Dios. Comentarios al libro de S Hawking y L Mlodinow "The Grand Design"

Acabo de leer "El Gran Diseño", de Stephen Hawking y Leonard Mlodinow ("The Grand Design",  Amazon: http://amzn.to/qa58kC), el que me pareció un buen libro. Debo reconocer que los libros de Hawking en general me han resultado bastante lateros y la publicidad tipo “best seller” que los acompaña genera expectativas que rara vez se me cumplen. Pero este último ha sido muy estimulante, me ha hecho volver a meditar sobre cosas filosóficas que ocupaban y revolvían mi cabeza en la secundaria.

¿Qué ha cambiado en estas últimas tres décadas que me haga volver a temas que a la mayoría de los mortales probablemente les parecen inútiles? Primero, que la ciencia y la tecnología han logrado avances increíbles que están teniendo un gran impacto en la ética, en la religión y en la filosofía y, en segundo lugar y la razón de ser de esta columna, que Hawking y Mlodinow formulan y argumentan un par de postulados acerca de los cuales quisiera compartir algunas reflexiones. Postulados que no son nuevos en el debate filosófico, pero que los autores ahora defienden con nuevos argumentos científicos y especulativos. Estos postulados son tan trascendentes para la vida humana y esta vez los argumentos vienen de un científico de tanto peso -como es Hawking-, que creo no pueden dejar de ser reflexionados y debatidos en un mundo que busca construir un futuro mejor.

El primer postulado

¿Qué me llevó al libro? Leí por ahí que en "The Grand Design" Hawking llega a la conclusión de que la existencia de Dios no es necesaria para la existencia del universo. Me bastó con este anzuelo…

Una completa comunidad de científicos viene desde hace décadas intentando entender el origen del universo, intentando descifrar qué sucedió en los primeros instantes después del Big Bang y cómo se comporta la materia sometida a esas condiciones extremas. De eso trata la física de partículas, para eso son sus billonarias inversiones en aceleradores y colisionadores. Y desde los tiempos de Einstein la búsqueda de una “teoría unificada“, aquélla que pueda integrar en forma consistente todas las leyes fundamentales de la naturaleza en una sola “ley unificada” (tal como en su momento Maxwell descubre la ley del Electromagnetismo, la que unificó las leyes de la Electricidad y del Magnetismo) ha quemado las neuronas de miles de físicos. Por su lado, Hawking ha querido ir aun más lejos, ha estado intrigado por mucho tiempo con la pregunta de qué pasó antes del Big Bang, qué dio origen al Big Bang.

En esta larga travesía intelectual los físicos de partículas y los cosmólogos, en un trabajo colaborativo titánico han ido constatando que la conceptualmente simple pero a la vez operativamente más compleja de las teorías que se haya elaborado, la llamada “Teoría M” (o “Teoría de Súper-Cuerdas”), ofrece respuestas satisfactorias a algunas de las brechas existentes. En particular, la Teoría M es la primera que sí es capaz de acoger en forma consistente los dos extremos de la física: el universo a gran escala y el comportamiento de la naturaleza a escala subatómica. En un extremo obtenemos la Relatividad General de Einstein y en el otro la Mecánica Cuántica.

Hasta aquí todo bien. Mejor dicho ¡todo demasiado bien! Pues Einstein, después de su formidable creación de la Teoría General de la Relatividad dedicó el resto de su vida a buscar solitariamente una teoría unificada que nunca logró encontrar. Y he aquí entonces el origen de la discusión que queremos sostener: la misma Teoría M construida a lo largo de estas últimas décadas, que se valida dando respuesta a algunas preguntas abiertas desde los tiempos de Einstein, a su vez predice cosas inesperadas e insólitas, no obstante factibles.

En primer lugar, la Teoría M predice que nuestro universo tiene 10 dimensiones espaciales y una dimensión temporal; 7 de las 10 dimensiones espaciales son microscópicas, están enroscadas y por eso no las percibimos. Nuestra vida cotidiana se desenvuelve en 4 dimensiones: una temporal y 3 espaciales (me pregunto si hay gente capaz de percibir alguna de esas otras dimensiones, si parte de nuestro ser inconsciente o consciente se proyecta en ellas...).

En segundo lugar, y ésta es la evidencia más potente en el hilo argumental de los autores, esta teoría predice la existencia de infinitos universos paralelos. Cada uno de estos universos sería el resultado de aplicar los fundamentos de la mecánica cuántica (“historias de Feynman”) al espacio-tiempo de 11 dimensiones. Cada posible forma de este espacio-tiempo de 11 dimensiones (por ejemplo, un espacio-tiempo con 5 dimensiones espaciales extendidas y 6 enroscadas) genera un conjunto diferente de valores para las “constantes universales” (es decir, la velocidad de la luz “c”, la constante de Newton “G”, etc), que a su vez son ingredientes claves de las leyes fundamentales de la naturaleza, pues determinan la intensidad de las fuerzas, las masas de las partículas elementales que forman la materia, etc y, por consiguiente, determinan la física y el comportamiento de cada universo. Es decir, esta ley unificada, representada en la Teoría M, es una suerte de sistema “paramétrico” de leyes fundamentales de la naturaleza, no obstante, la forma matemática subyacente de estas leyes es la misma para todos los universos paralelos.

Por otro lado, se sabe (a través de simulaciones computacionales) que pequeñas alteraciones a los valores de las constantes universales como las conocemos hoy, pequeños cambios a los valores de este conjunto de parámetros explícitos en las leyes fundamentales, descalibrarían seriamente al universo, generando desviaciones considerables en el comportamiento de los fenómenos físicos que resultarían en un universo muy distinto al que conocemos. Ese universo “descalibrado” sería incapaz de albergar la vida.

Entonces, el milagro de la vida como la conocemos, esta maravilla de la Creación de la que somos parte y que para muchos es prueba suficiente de la existencia de un Dios que diseñó con un propósito, no sería tal. Este milagro aparente que somos y en el que vivimos sería solo la expresión de una de esas infinitas instancias de universos que la ley unificada de la naturaleza permite coexistir. Si realmente existen estas infinitas instancias de universos con una misma ley subyacente entonces no es un milagro que al menos una de éstas permita y albergue el origen de la vida, la evolución y nuestra propia existencia como seres inteligentes y conscientes.

Más aun, la misma Teoría M no requiere de un “antes del origen” del universo, pues en el origen, cuando la inmensidad de la materia del universo estaba concentrada en un punto y, por consiguiente, cuando los dos extremos de la física -la Relatividad General y la Mecánica Cuántica- se superponían en un abrazo cósmico, el tiempo no existía como tal, el tiempo era sólo una dimensión espacial más.

Por último, los autores especulan que el universo tiene una energía total igual a cero. Según los autores es probable que la energía gravitacional negativa del universo compense a todas las otras formas de energía positiva. Por consiguiente, cada uno de los universos permitidos por la Teoría M se crearía de la nada, por generación espontánea, sin la necesidad de una fuente de energía inicial.

En resumen, por todas estas razones, algunas científicas y otras especulativas, de acuerdo a Hawking & Mlodinow no fue necesaria la acción de un dios para crear y energizar el universo que habitamos; toda la maravilla que vemos y sentimos es simplemente una de las infinitas posibilidades que permite la Teoría M; la creación de estos infinitos universos se produce en forma espontánea, sin la necesidad de una fuente de energía previa y su evolución es normada por las leyes fundamentales de la naturaleza.

No obstante contener implícitamente bastante evidencia científica (y matemática), y aun concediéndole validez a sus especulaciones, la argumentación esgrimida por los autores para demostrar la no necesidad de la existencia de Dios para explicar la creación de nuestro universo no es más que retórica. Permítanme utilizar una analogía: supongamos que llegan los extraterrestres a la Tierra el año 2025 en búsqueda de vida inteligente y aterrizan en Japón en una fábrica 100% robotizada de automóviles, donde no hay ni un rastro de vida inteligente. Asumiendo que estos extraterrestres son seres inteligentes (al menos tan inteligentes como nosotros), ¿sería esperable que su primera conclusión fuese que no fue necesaria la existencia de vida inteligente para construir esos automóviles, pues los robóts están regidos por programas computacionales invariantes en el tiempo? Sin duda que no. Sin duda que la primera pregunta que un ser medianamente razonable se haría sería ¿quiénes y cómo son los seres inteligentes que construyeron y programaron esos robóts para que construyeran esos automóviles? (Y probablemente la segunda pregunta sería ¿y dónde están esos seres inteligentes ahora?)

La existencia de infinitos universos paralelos no demuestra que la existencia de Dios sea innecesaria para la existencia de nuestro universo particular, sino más bien nos hace llevar la pregunta de la existencia de Dios a un nivel causal anterior.

Volviendo a nuestra analogía, de la misma forma en que los extraterrestres ante la evidencia de los robóts que explican la existencia de los automóviles en La Tierra se preguntarían por el origen de los robóts más que por el origen de los automóviles, ante la posibilidad de infinitos universos paralelos nos cabe ahora la pregunta: ¿quién es el ser o quiénes son los seres (infinitamente más inteligentes que nosotros) capaces de construir un sistema regido por una ley unificada que produce espontáneamente infinitos universos, cada uno con una manifestación distinta de esta ley unificada, y al menos uno de esos universos capaz de generar la vida, la evolución y la inteligencia?

Reconocemos que la existencia de infinidad de universos paralelos es un argumento fuerte para demostrar la no necesidad de la intervención directa de un creador en la fijación de los valores específicos de las constantes universales del universo que nos ha tocado habitar. No obstante, esto no invalida la necesidad de la intervención de un creador (o creadores) en la definición de la forma matemática de la ley unificada de la naturaleza, esa forma matemática que es capaz de dar origen a infinitos universos, cada uno con una manifestación distinta de la misma ley unificada. Y es que sólo gracias a su particular forma matemática la ley unificada de la naturaleza permite que una de las infinitas manifestaciones sea justamente el universo que conocemos. Si la forma matemática de esta ley unificada fuese distinta, el conjunto infinito de universos que generaría también sería distinto, y no existiría nuestro particular universo dentro de esas infinitas posibilidades.

Puesto de otra forma: es muy improbable que la ley unificada que rige la naturaleza sea la que es por mera casualidad. Alguien parece haberla definido con la compleja estructura matemática que tiene para que en un proceso de infinita y continua creación (espontánea o no) en uno de sus “intentos” pudiera dar origen a nuestro universo capaz de generar la evolución, la vida, la inteligencia y la consciencia.

El segundo postulado

Basándose en la evidencia de la existencia de leyes de la naturaleza que rigen la evolución de nuestro universo, los autores postulan que el mundo es determinista, que todo lo que sucederá en el futuro está determinado en forma única por el presente y por las leyes fundamentales actuando sobre la naturaleza a partir del presente.

Se infiere de esta afirmación de los autores que no tenemos libre albedrío, que no podemos afectar el curso de la historia, que todas nuestras acciones y nuestras decisiones estarían unívocamente determinadas por las leyes fundamentales de la naturaleza y el estado inicial del universo. Por esta misma razón entonces tampoco existirían ni el bien ni el mal, ni las responsabilidades ni los méritos, pues si no tenemos cómo alterar el curso de los hechos la vida nos lleva como la corriente de un río lleva a un bote sin remos.

Podríamos aceptar de buena gana este postulado, adoptándolo como filosofía de vida, incluso como una religión. Sería una excelente excusa para todas nuestras malas acciones, mediocridades y omisiones.

Lo que no profundizan los autores -y he aquí la primera falencia de sus argumentos- es que ni la Mecánica Clásica ni la Teoría de la Relatividad son realmente deterministas (llevadas a ciertos extremos quiebran el determinismo). Con mucho menor razón lo es la Mecánica Cuántica, que explícitamente describe los procesos naturales microscópicos como procesos intrínsecamente estocásticos. La Mecánica Cuántica predice con gran precisión la evolución de las probabilidades asociadas a los números cuánticos (y en ese sentido puede pensarse como una teoría “virtualmente determinista”), pero definitivamente no es determinista a la hora de predecir los números observables propiamente tales, sino que, por el contrario, la Mecánica Cuántica entrega sólo un conjunto de probabilidades asociadas al conjunto de posibles soluciones a sus ecuaciones.

En segundo lugar, el principio de incertidumbre de Heisenberg nos pone límite a nuestra capacidad de conocer y medir en forma exacta y simultánea el estado de la naturaleza en todas sus variables observables. Por muy precisas que sean las predicciones de una teoría, nunca serán exactas en todas las variables que predicen. Sólo hay teorías con más o menos poder predictivo. Por mucho que seamos capaces de desarrollar una teoría determinista con alto poder predictivo, ésta no sería más que una muy buena aproximación a la realidad y, por lo tanto, no sería una demostración del determinismo de los fenómenos naturales.

Por último, ¿no es evidente la vivencia que tenemos de libertad de elección cuando tomamos decisiones? Sería muy paradójico que teniendo una fuerte sensación de libre albedrío no lo tuviésemos realmente; sería muy extraño que fuese solo un espejismo. Hay varias otras “sensaciones” o intuiciones erróneas en el ser humano, ésta no sería la primera entonces, pero estas paradojas son rarezas improbables. ¿Cuál sería la explicación evolutiva de tal paradoja?

Entonces, me parece que a diferencia de lo que postulan los autores, tanto las posibilidades que dejan abiertas las teorías físicas más aceptadas como nuestra propia evidencia vivencial sugieren que nuestra voluntad y nuestra libertad de elegir sí son reales, que como seres inteligentes y conscientes sí podemos influir en el curso de los hechos y en la evolución de los fenómenos naturales y que enfrentados a varias alternativas sí podemos libremente “cargar la moneda” de los procesos (estocásticos) más hacia un lado que hacia otro. Por lo tanto, sí somos en buena medida responsables de nuestras acciones y decisiones.

Todo esto sucede a nivel microscópico en nuestro cerebro, gobernado por nuestra mente, donde un sinnúmero de estímulos compiten por la atención de nuestra voluntad consciente. Es allí donde nuestra libertad enfrenta al rigor de las leyes fundamentales que gobiernan nuestra naturaleza corpórea y energética. Es allí donde, mientras más alta la probabilidad de que los estímulos que bombardean nuestro cuerpo y nuestra mente nos lleven por un camino, más grande deberá ser la fuerza de voluntad para contrarrestar dicha probabilidad y poder irnos por un camino diferente. Es para luchar contra nuestra naturaleza animal corpórea que el ser humano, a diferencia del resto de los animales, se ejercita en la voluntad, se equipa de ideales y de valores, se educa y se pone metas consistentes con esos ideales y valores. Estas metas, junto a los valores e ideales van guiando las acciones y las decisiones libres del hombre. Pero estos ideales, valores, educación y metas son sólo una buena guía de vida, no determinan unívocamente las decisiones y las acciones del hombre y, como un todo, esta guía de vida también es una suscripción voluntaria: podemos libremente elegir cambiar nuestras creencias religiosas, adscribir a otro conjunto de valores, o bien no adscribir a nada y “vivir la vida loca”.

Por supuesto que podríamos elegir no intervenir en el curso de los hechos, dejar a un lado nuestra voluntad, dejarnos llevar por el determinismo virtual de la Mecánica Cuántica, y que los estímulos más fuertes vayan determinando las respuestas más probables, vayan definiendo nuestro futuro. En ese caso nada nos diferenciaría de los animales, de las plantas y de los objetos inertes que nos rodean.

Existe un territorio aún muy fértil para la ciencia en el estudio de cómo funciona el proceso de toma de decisiones conscientes del ser humano. ¿Podremos algún día demostrar científicamente la existencia o no del libre albedrío?

Tal vez el experimento más puro consistiría en analizar muchas veces cómo una persona en un mismo estado inicial cada vez (incluyendo su edad y todo el contenido de su memoria), enfrentada exactamente a los mismos estímulos cada vez, toma sus decisiones. El determinismo llevaría a esta persona a tomar siempre las mismas decisiones y ejecutar siempre las mismas acciones. Por otro lado, el libre albedrío llevaría a esta persona a no tomar siempre las mismas decisiones, comportamiento que debiera quedar manifiesto especialmente si ponemos a esta persona frente a estímulos que apuntan con suficiente fuerza contra sus ideales y valores. Por supuesto esto, como lo planteo aquí, es sólo un Gedankenexperiment, irrealizable. Tal vez hay formas de simplificar el experimento para hacerlo más realizable, relajando algunas de las condiciones, pero podríamos terminar anulando su valor científico.

Otro posible experimento, tal vez realizable, sería estudiar si la mente y la voluntad del hombre pueden influir en el resultado de un fenómeno cuántico, “cargando la moneda” de sus probabilidades más para un lado que para otro. Si esto fuese posible entonces demostraríamos que la mente y la voluntad del hombre pueden ejercer “libre albedrío cuántico” (es decir, influir sobre las probabilidades del resultado de fenómenos microscópicos, más que directamente sobre el resultado de dichos fenómenos) sobre los estímulos que reciben en el cerebro y, por lo tanto, sobre las decisiones y las acciones que realizan a partir de esos estímulos.

Por último, si la vivencia de libre albedrío fuese sólo el resultado de la alta complejidad de nuestro cerebro, como parecen sugerir los autores, y no la expresión real de la libertad de elegir y decidir frente a caminos alternativos, deberíamos ser capaces de construir sistemas suficientemente complejos que mostraran un comportamiento similar al nuestro. Si estos sistemas están gobernados por leyes totalmente deterministas (como en el experimento computacional del Juego de la Vida, de Conway), es obvio que no serán capaces de reproducir el comportamiento humano, el cual está lleno de incertidumbres, dudas, errores, aprendizajes, arrepentimientos, etc. Por otro lado, si construimos un sistema complejo gobernado por leyes estocásticas (una versión del Juego de la Vida, pero con leyes estocásticas), debiera producir resultados más cercanos al comportamiento humano. Este sistema mostraría cierto nivel de incertidumbre, no sería totalmente predecible. No obstante, sus respuestas tendrían distribuciones de probabilidad totalmente definidas, es decir, desde el punto de vista del determinismo, sería un sistema virtualmente determinista, como la mecánica cuántica. Pero esto tampoco es lo que observamos en el ser humano. Lo que observamos en el comportamiento humano está un paso más allá: el ser humano actúa como un sistema “virtualmente estocástico”, es decir, las distribuciones de probabilidad de sus decisiones no son fijas pues él mismo las va alterando tácticamente, haciendo ejercicio de su libertad.

Por algo los economistas se rompen la cabeza tratando infructuosamente de entender y predecir el comportamiento del ser humano, pero lamentablemente se equivocan en el primer postulado básico cuando asumen que éste toma decisiones racionales. El ser humano definitivamente no actúa como una máquina racional cuyas respuestas estén siempre determinadas por una lógica preestablecida e invariante, por un objetivo de maximización de su utilidad, de su felicidad o de acercarse a un ideal y ejercitar un conjunto de valores. Estos objetivos existen, pero no sólo van variando en el tiempo, sino que además actúan sólo como una buena guía para sus decisiones y para sus acciones, pues finalmente sus decisiones son impredecibles, son no modelables, son libres.

Reflexiones finales

Muchísimo ha avanzado la ciencia en las últimas décadas en la comprensión de la naturaleza y del universo. Esto se ha traducido en un tremendo poder para el hombre, como nunca antes provisto de herramientas que le permiten alterar el curso de la vida, el futuro del planeta y de nuestra propia especie. El avance de la ciencia es tan rápido que supera con creces nuestra capacidad de madurar como especie y las que parecen ser herramientas para mejorar nuestra calidad de vida pueden transformarse en armas mortales, como un revólver en manos de un niño.

Mientras más el hombre comprende la naturaleza más se aleja de Dios y más se acerca a Dios. Se aleja de Dios porque la religión empieza donde termina la ciencia y ésta avanza a paso seguro, dejando cada vez menos explicación de lo que nos rodea en terreno de la religión, como los colonos que avanzan por la selva y van arrasando con todo en el camino para establecer sus campamentos. Pero simultáneamente el hombre se acerca a Dios, pues mientras más avanza la ciencia más nos damos cuenta de la impresionante y misteriosa estructura matemática del universo, estructura que alguien parece haber dejado programada para que en infinitos intentos finalmente diera origen a todo lo conocido y a una creatura capaz de comprender la obra del mismo Creador. Una creatura cuya curiosidad, vanidad, soberbia y ambición pueden llevarla a su autodestrucción, o cuya sabiduría y ejercicio de su libre albedrío en pos de un bien superior pueden llevarla a descubrir que los misterios del universo expresados en la teoría unificada en realidad tienen un sentido trascendente.

domingo, 21 de agosto de 2011

Comentario a la columna "más información, menos conocimiento" de Vargas Llosa

En su columna del 6 de agosto en La Nación ( http://shrvl.com/s2B37 ) Vargas Llosa comparte sus inquietudes respecto de la pérdida de nuestro interés por la lectura y de nuestra capacidad de pensar. Sin duda con algún sesgo (mal que mal como todo escritor todavía querrá que existan lectores para sus libros...), pero también con el respaldo de evidencia científica, descrita en "The Shallows: What the Internet is Doing to our Brains" (N Carr), el premio Nobel se extiende sobre el impacto que la revolución de Internet y, en particular, la hiperconectividad están produciendo sobre nuestras habilidades cognitivas. Se trata de una mirada por cierto  bastante oscura de los cambios que estamos viviendo.


Las revoluciones tecnológicas han generado este tipo de temores en el pasado. Pues es verdad que las nuevas herramientas nos hacen perder viejas habilidades y costumbres, entregadas ahora a las máquinas. Basta recordar qué cantidad de tareas hemos pasado al computador y cómo hemos cambiado nuestro estilo de vida en estos últimos 15 años por culpa de "La Red" (ese engendro que no para de crecer, cuya columna vertebral es Internet, y que cada vez se empodera más gracias a los motores de búsqueda, las bases de datos, las telecomunicaciones, los dispositivos móviles, las redes sociales, etc). El computador hace las matemáticas por nosotros, corrige nuestra mala ortografía, escribe lo que dictamos, hojea la biblioteca infinita de Internet, busca y encuentra el contenido por nosotros, etc. La Blackberry, Twitter, el iPhone, Facebook, LinkedIn, Google+, iPad, etc, nos mantienen hiperconectados, hiperinterrumpidos, pendientes de mil cosas. La hiperconectividad nos impide concentrarnos en nada en particular, pues estamos aquí pero estamos en mil lugares a la vez, nos impide profundizar ningún tema por más de algunos minutos, nos corta el hilo de la conversación y del pensamiento. Ya no necesitamos ni hablar en persona con nadie, basta enviar un mensaje de texto (en realidad, de símbolos semi lingüísticos), basta chatear o informarse de los demás a través de Facebook. Es el celo de La Red, el celo de esta creatura que crece vertiginosamente en tamaño y complejidad y que no quiere que prestemos atención a nada más que a ella. La Red absorbe nuestra concentración y nuestras facultades como un hoyo negro absorbe toda la materia y energía a su alrededor.


La Red actúa como un hoyo negro que absorbe toda nuestra concentración y nuestras facultades

¿Con toda esta complejidad habrá adquirido La Red conciencia y voluntad propia y se habrá propuesto esclavizarnos? (algunos científicos creen que la conciencia es resultado de la complejidad de un sistema) ¿Nos convertirá La Red en meros monos semi-letrados, en esclavos al servicio de sus ilimitadas necesidades de crecimiento? ¿Terminará la red reprogramando nuestros cerebros para su propio beneficio? ¿Será el fin de la humanidad como la conocemos?


Bueno, este pesimismo ha sido alimento de muchos buenos libros y entretenidas películas de ficción. Pero por mi lado me inclino a pensar que no estamos frente al fin de nuestra libertad como seres humanos, no estamos frente al fin de nuestras capacidades intelectuales. Más bien creo que una vez más en la historia de la humanidad estamos viviendo uno de esos cambios paradigmáticos gigantescos, producidos por nuestra propia creatividad, emprendimiento y ambición, que nos han forzado a grandes y dolorosas adaptaciones. Pero después de un tiempo llegará el momento en que miraremos el pasado y veremos que hemos salido fortalecidos. En fin, confieso que sigo siendo un optimista...


Y es que el manejo de las nuevas tecnologías requiere y a la vez permite el desarrollo de nuevas habilidades; habilidades más abstractas y más poderosas, apalancadas en el poder de las máquinas. La revolución tecnológica que estamos viviendo nos permite y nos exige el desarrollo de habilidades de red y de interconexión múltiple, nuevas formas de comunicación que conllevan un nuevo lenguaje. En este escenario las habilidades autónomas (aquéllas que no requieren de interacción) de los individuos pierden relevancia frente a las habilidades de red. El cerebro de La Red es exponencialmente más poderoso que la suma de los cerebros individuales. Este cerebro de La Red nos permite resolver en cada vez menos tiempo problemas cada vez más complejos. Nuestras nuevas habilidades se apalancan en el infinito poder de La Red.


Estas nuevas habilidades nos permiten construir y subir nuevos peldaños en la escalera que lleva a la humanidad a alcanzar nuevas alturas y plantearse nuevos desafíos, antes inimaginables. Es verdad también que esta escalera que sube y sube es cada vez más peligrosa. Una caída desde la altura en la que ya nos encontramos sería mortal, nos podría llevar a la degradación, a la autodestrucción. Pero también es verdad que es gracias al poder de La Red que un individuo en cualquier lugar del planeta puede hoy darse a conocer al mundo y conocer el mundo. Es el poder de La Red el que nos permite hacer temblar las dictaduras y fortalecer las democracias como nunca antes. Es el poder de La Red el que nos ha abierto una gran ventana de esperanza para la democratización de la economía, del conocimiento y de las oportunidades. Como nunca antes la voluntad individual y la voluntad colectiva no tienen límites.

sábado, 23 de julio de 2011

La paradoja de las tarjetas de crédito del retail en Chile: ¿revenue management en reverso?

Desde hace algún tiempo vengo mirando con curiosidad de espectador -siendo lego en la materia, aclaro- el negocio de las tarjetas de crédito en el retail, pues me ha llamado la atención algo que parece contradecir los principios fundamentales del revenue management, materia en que sí me puedo considerar relativamente experto.

La disciplina comercial del revenue management, inventada y desarrollada muy exitosamente a principios de los '80 por la industria aérea y dado su éxito posteriormente desplegada a una serie de otras industrias (incluido el retail), establece que a los clientes que tienen menor disposición o capacidad de pago hay que ofrecerles productos y servicios de menor valor, cobrándoles menos, para de esta forma poder acceder a ellos sin diluir los ingresos que generan los clientes con más disposición a pago que a su vez compran productos y servicios con más atributos y, por lo tanto, de mayor valor. Se ha demostrado empíricamente por décadas que el revenue management ha catalizado fuertes crecimientos de las industrias, permitiendo que muchos más consumidores accedan al servicio y haciendo a la vez más rentable el negocio para el proveedor. Es un modelo sustentable, mundialmente aceptado, que sigue desarrollándose e innovando, que ha permitido que proporciones cada vez mayores de consumidores accedan a productos que antaño eran excesivamente caros para el consumidor medio, sin poner en riesgo la solvencia financiera de estos consumidores, pues éstos sólo consumen en función de su disposición a pago.

Vamos ahora al negocio del crédito en el retail. ¿Cuál es el beneficio social del crédito en el retail? Para el usuario del crédito, sin duda es un beneficio el poder adquirir y disfrutar en forma anticipada de productos y servicios que de otra forma demoraría mucho en comprar o simplemente nunca podría comprar por no tener el dinero ahorrado suficiente, en la medida de que el costo en el que debe incurrir a cambio de este beneficio no sea mayor que el mismo beneficio. Por otro lado, el que otorga el crédito se beneficia del margen de la venta de sus productos y de los intereses que cobra por el otorgamiento del crédito asociado.

Hasta aquí todo bien.

No obstante, las tasas de interés que uno paga por un crédito, análogamente a las que pagan los países y empresas, deben crecer con el nivel de riesgo que tenemos como pagadores, para que de esta forma exista incentivo para los que otorgan el crédito. Si no fuese así no existirían los otorgadores de crédito, o éstos tendrían que ser subsidiados. Una persona muy endeudada en relación a su capacidad de pago, un país muy endeudado o una empresa poco rentable, son sujetos de alto riesgo. Asimismo, una persona con bajos ingresos tiene baja capacidad de pago y, por lo tanto, presenta más riesgo en relación a una persona de altos ingresos. Es por esta razón que las personas de bajos ingresos en general sólo pueden acceder a tarjetas de crédito con altas tasas de interés, que, como todos sabemos, en Chile son las que administra el retail. El retail ha llevado esto a tal extremo que gran parte de sus utilidades las genera con el negocio del crédito en vez de con el margen sobre los productos que vende. Es así como al calcular todos los costos en que incurre un consumidor, concluimos de que en Chile los más pobres terminan pagando mucho más que los ricos por los productos que adquieren en el retail. Puesto de otra forma, dado que los ricos pueden acceder a los mismos descuentos que los pobres, pero pueden pagar sus deudas en forma inmediata y sin intereses, los consumidores pobres están subsidiando a los consumidores ricos.


La contradicción es evidente entonces: mientras el revenue management establece que los consumidores deben pagar en función de su disposición y capacidad de pago, en el modelo de tarjetas de crédito del retail esto es justamente al revés. Es decir, el modelo de tarjetas de crédito del retail es una especie de revenue management en reverso.

Esto es al menos paradójico y, por lo mismo, me vienen a la cabeza varias inquietudes profundas en relación al modelo de negocios de las tarjetas de crédito del retail en Chile:

¿Es sustentable un modelo que en el mediano y largo plazo va mermando el patrimonio de muchos de los consumidores más pobres con el abultamiento continuo de su deuda y a la vez beneficiando a los consumidores más ricos?

¿Producirá este modelo un beneficio social neto positivo o estará contribuyendo a la desigualdad socio-económica de Chile que tanto nos ha costado reducir y que nos ubica dentro de la lista de países más desiguales del mundo?

¿Por qué los consumidores más pobres deciden endeudarse hasta el punto de mermar su solvencia financiera y estándar de vida futuros? ¿Hay un problema de falta de información, de falta de transparencia, o de falta de educación de los consumidores más pobres, que los lleva a tomar decisiones que atentan contra su bienestar futuro?

¿Por qué el retail decide privilegiar un modelo que parece mermar la capacidad de consumo futura de muchos clientes, por sobre un modelo que estimule el consumo en forma más sustentable?

Bueno, no tengo las herramientas para contestar todas estas inquietudes, pero quiero abrir el debate a quienes puedan contribuir.

Sergio Mendoza Corominas

domingo, 22 de mayo de 2011

Lo que le falta a Chile para ser un país innovador

Tanto se ha hablado de la innovación en Chile en estos últimos años que ya a esta altura sería importante preguntarnos cuánto habremos avanzado en esta materia. Como nación tenemos consenso de que la innovación es buena para el país pues es una palanca para el desarrollo, genera más oportunidades para las nuevas generaciones, incrementa el valor de nuestros productos y servicios, aumenta la productividad de las empresas y, por consiguiente, mejora el estándar de vida del país. Sin duda hemos avanzado. Hay algo en el ambiente que se está notando, que se está respirando, que se está leyendo y viendo. Pero basta profundizar un poco a través de la superficie para darnos cuenta de que pese a los avances aún estamos lejos de ser un país innovador.

Antes de continuar esta reflexión quisiera detenerme un minuto para definir qué se entiende por innovación. Encontré varias interpretaciones del concepto, entre las que rescato las siguientes:
"Creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado", www.RAE.es
"El acto de introducir algo nuevo", American Heritage Dictionary
"La explotación exitosa de nuevas ideas", Department of Trade and Industry, UK
"El proceso de traducir nuevas ideas a impacto social tangible", K Holly, Vice Provost, USC & Exec Dir of USC Stevens Institute for Innovation
"Cambio que crea una nueva dimensión de performance", P Drucker


Algunas palabras claves que podemos extraer de estas definiciones:
cambio, creación, explotación, impacto...


Un país innovador es entonces un país que vive y promueve el cambio que produce más bienestar, un país creativo, audaz, que da acogida y es capaz de explotar exitosamente las nuevas ideas, a la vez generando un impacto social, cultural y económico tangible. La innovación se produce en un ambiente que incentiva y favorece una mentalidad creativa, que estimula la audacia, la sed de emprender nuevas aventuras, que educa una mente abierta a nuevas ideas, a nuevos paradigmas, a cuestionar los dogmas, a no enamorarse de los éxitos pasados, a desafiar el intelecto, a saber caer y levantarse...La innovación resulta en exuberancia y creatividad en las artes, en surgimiento de tendencias intelectuales y culturales, en el desarrollo de las ciencias y la tecnología, en un mejor estándar de vida y mayor bienestar para los ciudadanos.

Me parece que basados en lo anterior tendremos un consenso de que aún nos queda mucho como nación para poder considerarnos innovadores. Aunque es verdad que hemos avanzado mucho, somos todavía en esencia un país conservador, copión, altamente influenciado por las corrientes foráneas, con poco arte y poca cultura, poca cocina, poca ciencia y poca inventiva de cosechas locales. En Chile todavía no sabemos proteger ni respetar la propiedad intelectual -recién el año 2009 Chile ingresa al Tratado de Cooperación de Patentes PCT, el país N° 140 en hacerlo-, miramos en menos la creatividad, es de mal gusto vestir distinto, en el trabajo muchas veces te miran con desconfianza si dices que algo fue idea tuya y la frase típica del que temerariamente presenta una nueva idea en el contexto laboral es "esto no es idea mía, esto ya se hace en tal y cual lugar...", con lo que inmediatamente logra bajar la guardia del interlocutor y así tal vez éste se entusiasme y siga escuchando. En fin, toda esta evidencia cualitativa muestra que somos un país bastante "latero"; y "latero" es el antónimo de "innovador"...

Miremos ahora la evidencia cuantitativa. Una forma simple y directa (aunque evidentemente incompleta) de medir y comparar la innovación entre los distintos países es utilizando el número de patentes de propiedad intelectual que éstos producen anualmente. Muchos países, de similar o incluso de bastante menor tamaño al nuestro (como, por ejemplo, Irlanda, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Australia, Austria, Suecia, Bélgica), contribuyen en forma considerable al volumen mundial de patentes, mientras Chile no aparece en los rankings:




También podemos medir la capacidad innovadora de un país en forma indirecta, calificando factores que generan un ambiente propicio para la innovación. Legatum Institute rankeó a principios del 2011 (http://www.smartplanet.com/blog/smart-takes/top-10-innovative-countries-denmark-leads-world-in-2010-sweden-us-follow/13487) a "los países que más contribuyen al avance del bienestar de la humanidad", utilizando los siguientes criterios: (1) un fuerte clima de emprendimiento; (2) bajos costos de emprendimiento; (3) percepción pública de un buen ambiente para el emprendimiento; (4) habilidad para comercializar la innovación y (5) infraestructura informática y de telecomunicaciones que permite esfuerzos comerciales productivos. Los 10 países con más capacidad de innovación según este ranking resultaron ser bDinamarca, Suecia, EEUU,  Finlandia, Inglaterra, Noruega, Irlanda, Singapur, Islandia y Canadá. 

No es casualidad que la capacidad innovadora de un país medida con los criterios anteriormente mencionados esté estrechamente relacionada al volumen de producción de patentes de invención. Lo primero lleva a lo segundo. Más aun, es natural que exista también una estrecha relación entre la capacidad innovadora de un país y su índice de prosperidad (http://www.prosperity.com/summary.aspx), pues nuevamente, lo primero lleva a lo segundo.

¿Cuáles son las acciones que Chile debiera ejecutar para convertirse más rápidamente en un país innovador? Entre las más importantes destaco las siguientes:

1) Promover la cultura de la propiedad intelectual a través de la educación y de un marco institucional y legal más  efectivo, más ágil y de menor costo.
2) Modernizar la educación superior, incorporando a los programas universitarios, especialmente de las ingenierías, ciencias y leyes (y en alguna medida también las artes), cursos obligatorios de formación en creatividad, emprendimiento y desarrollo y administración de la propiedad intelectual.
3) Reducir drásticamente los costos de inicio del emprendimiento, los costos de quiebra y del capital de riesgo, etc.
4) Fomentar la creación de spin-offs, diversificando la propiedad del capital, y la creación de nuevas empresas para la innovación
5) Proteger a los nuevos emprendimientos del poder de mercado de los grandes clientes, especialmente en relación a los plazos de pago, el desarrollo de propiedad intelectual, etc

Chile no tiene cultura de propiedad intelectual. No enseñamos en la educación escolar ni superior por qué es necesario utilizar, proteger y respetar la propiedad intelectual, cuál es el proceso a seguir para patentar, etc. Muchos creadores chilenos no patentan sus ideas por temor a que se las copien, por falta de confianza, por el costo que tiene, porque el proceso es complejo y poco conocido. Proteger la propiedad intelectual genera los incentivos adecuados para que los creadores se atrevan a apostar y puedan desarrollar sus ideas en forma rentable. Simplifiquemos, agilicemos y reduzcamos los costos de los procesos asociados a la propiedad intelectual y a la vez fortalezcamos el marco legal e institucional para asegurar su protección. Incorporemos materias y formación atingentes en los programas de educación escolar y superior e informemos adecuada y claramente al público. Nuestro bajo compromiso con la protección de la propiedad intelectual se refleja por ejemplo en el hecho de que todavía estemos en la "lista negra" de la propiedad intelectual elaborada por EEUU, junto a otros 11 países (Priority Watch List, http://www.ustr.gov/webfm_send/2841), lo que daña las relaciones políticas y comerciales con nuestros socios. En este ámbito el gobierno ha hecho importantes compromisos y esperamos avances en los próximos años, pero que no sean sólo en relación a los intereses de las grandes naciones, sino también en relación a los intereses de Chile y de la protección de su patrimonio intelectual presente y futuro.

La educación juega un rol clave en el camino a convertirnos en un país innovador, y hoy no nos está ayudando mucho. Mientras tenemos consenso de que nuestra educación básica y media adolecen de calidad y de creatividad y estamos avanzando a corregir esta gran falencia, poco o nada se ha dicho de nuestra educación universitaria. Nuestras escuelas universitarias de élite están formando buenos profesionales. Pero no están formando emprendedores ni grandes creadores, están formando buenos empleados para grandes empresas. Chile necesita urgente más creadores, necesita urgente más emprendedores, necesita tomarse la bandera de la innovación, necesita jóvenes audaces que abran nuevos caminos, que generen miles de nuevas empresas que sean capaces de comercializar sus nuevos productos a través del mundo, por la prosperidad y el bienestar futuro del país, ¡Chile no necesita seguir educando a gran parte de su juventud para hacer crecer a las grandes corporaciones!

¿Cuál es el rol que le cabe a las empresas en la innovación? El país es el reflejo de sus empresas. En Chile las grandes corporaciones concentran un alto % del PIB y de las ventas (25 empresas concentran 20% de las ventas de todas las empresas de Chile). ¿Y qué innovación hacen las grandes empresas chilenas? ¿Cuántas patentes producen al año? ¿Cuánto se reinventan? ¿Cuántas spin-offs generan? En la última década varias de las grandes empresas chilenas se han internacionalizado exitosamente, llegando a estar dentro de las más grandes de Latinoamérica. Esto se debe a que han aprendido a ser competitivas y eficientes, han mejorado sus procesos, su infraestructura, su tecnología y su capital humano y han aprovechado exitosamente el crecimiento de Chile y de la región. En el mediano plazo esto es bueno para el país, pues las economías de escala y mayores eficiencias de estas grandes empresas mejoran su productividad y su rentabilidad, con lo que debieran poder ofrecer servicios y productos más económicos a sus clientes, generar más retornos a sus accionistas y contar con más recursos financieros para reinvertir en crecimiento. No obstante, en relación a los productos que estas empresas ofrecen, siguen haciendo más de lo mismo o copiando lo que ven en los países desarrollados, siguen produciendo productos de relativamente bajo valor agregado que no representan un gran patrimonio intelectual para Chile, prácticamente no hay innovación en productos que se traduzca en saltos cualitativos de creación de valor y comercialización a escala global. En resumen, por un lado tenemos una economía altamente concentrada en grandes empresas que innovan poco y, por otro, surgen muy pocas nuevas empresas que crean nuevos productos para ser comercializados en el mundo. Todo esto resulta en un muy bajo aporte del mundo empresarial chileno a la innovación y a la creación de patrimonio intelectual.

No es de extrañar entonces que las estadísticas 2010 del PCT (Patent Cooperation Treaty) (http://www.wipo.int/export/sites/www/pct/en/activity/pct_2010.pdf) muestren que las empresas chilenas generan un aporte porcentual al total de patentes de propiedad intelectual del país que está muy por debajo del que generan en sus países las empresas de las 16 economías más desarrollados del mundo. Incluso en comparación con sus pares -es decir, las empresas de las economías de desarrollo medio-, las empresas chilenas hacen un aporte relativamente muy bajo al total de patentes del país. Por otro lado, en Chile las universidades concentran un porcentaje desproporcionado de las patentes registradas por el PCT; de hecho, el porcentaje más alto de entre las más de 30 economías comparadas en la estadística. Esto habla claramente de que nuestras empresas no han sabido valorar ni capturar el valor potencial de la propiedad intelectual, dejando su explotación en manos de las universidades, lo que sin duda es una limitación a la innovación y al crecimiento económico del país, toda vez que no es propio de las universidades explotar comercialmente el uso de las patentes en todo su potencial.

DISTRIBUCIÓN DE PATENTES REGISTRADAS EN EL PCT POR TIPO DE DUEÑO


Las personas y empresas que apuestan a la innovación, a inventar lo no inventado, a introducir nuevos paradigmas, ésas son las que "la llevan" en un país que busca desarrollarse, en un país que crea oportunidades para los más entusiastas y esforzados. Preparemos a nuestros mejores talentos para ser más emprendedores e innovadores. Demos a los innovadores condiciones equitativas para poder competir y desarrollarse en el país y en la región. En sus manos está el futuro de Chile. En sus manos está la multiplicación de las oportunidades para las futuras generaciones. En sus manos está el sueño de convertirnos en un país desarrollado y desterrar el lastre de la pobreza y la desigualdad de oportunidades.

domingo, 24 de abril de 2011

Convergencia de las ciencias y la esperanza de subsistencia de nuestra especie

Ya adentrados en el año 2011 tal vez es tarde para hacer un recuento de los grandes descubrimientos y avances científicos de la primera década del siglo XXI. Pero esta columna no pretende ser un recuento, sino más bien busca compartir una reflexión personal, una intuición de lo que vislumbro entre los grandes avances en los diversos campos de las ciencias. Ciencias que, a primera vista, parecieran diverger cada una hacia sus profundidades y hacia una híper especialización. Quiero describir lo que veo como un hilo conductor que va uniendo estos descubrimientos como quien une los puntos de un puzle, que tal vez el Creador -para los creyentes-, o tal vez el destino, o tal vez el actuar semi inconsciente de la mente humana colectiva, o quizá todos éstos juntos, van dibujando en un tránsito indeleble hacia un desenlace aparentemente predecible y a la vez  incierto.

La ciencia generó en la primera década del siglo XXI un número impresionante de avances trascendentales para la humanidad, cuyo impacto de largo plazo creo que todavía no podemos siquiera imaginar. Vemos similitudes con lo acontecido en los albores del siglo XX, cuando la física y las matemáticas protagonizaron una gran revolución del conocimiento, con el descubrimiento de la relatividad y la mecánica cuántica, que llevaron al desarrollo de la energía nuclear, de la electrónica, etc. Esa revolución cambiaría para siempre nuestras vidas y muchas de las creencias y paradigmas comúnmente aceptados desde hacía cientos de años.

No obstante, vemos que la revolución científica contemporánea tiene algunos nuevos ingredientes y sucede en circunstancias esencialmente distintas, que la hacen única en la historia y le dan un nuevo significado a su trascendencia para la humanidad.

En primer lugar, los grandes avances contemporáneos se producen simultáneamente en varias ramas de las ciencias, las que se desarrollan en forma independiente, cada una por su camino, cada una con un nivel creciente de profundidad y especialización, que las lleva, a primera vista, en direcciones divergentes. Entre los más notables descubrimientos y avances científicos de la última década quisiera destacar:

1) Constatación y aceptación del calentamiento global como un fenómeno real
2) Desciframiento del genoma humano
3) Producción de células madre e "impresión" de tejido humano
4) Descubrimiento de cientos de planetas en otros sistemas solares (exoplanetas)
5) Descubrimiento de agua en otros cuerpos celestes

De acuerdo al conocimiento científico y la evidencia acumulada actualmente, la humanidad ha tenido una existencia sobre la Tierra de entre 100.000 y 200.000 años (rango en que se ubica la evidencia de los primeros Homo Sapiens, descendientes del Homo Heidelberghensis y antecesor directo del hombre contemporáneo), evolucionando, desarrollando tecnología, multiplicándose en número y sobreviviendo a catástrofes, pestes y hambrunas producidas por la naturaleza y a muchas guerras y aniquilaciones que han confrontado a tribus, etnias y naciones enteras.

Sin embargo, no es sino desde hace algunas décadas que nuestra especie ha puesto realmente en riesgo su propia existencia como tal. Sólo desde hace algunas décadas la intensa actividad humana empieza a tener un impacto notorio a escala planetaria. Los valores que la humanidad promueve, las decisiones en política internacional, las actividades y decisiones de las grandes economías y de las grandes corporaciones, hoy -y no hace 100 años- pueden hacer la diferencia entre nuestra subsistencia y nuestra desaparición como especie de la faz de la Tierra. Y ésta es una segunda gran diferencia con la revolución científica de principios del siglo XX.

Desde el fin de la segunda guerra mundial el desarrollo y la proliferación de armas nucleares han permitido acumular un arsenal que podría servir para aniquilar muchas veces a la especia humana y a la mayor parte de la vida sobre el planeta. Preferimos creer que los equilibrios políticos y las estrictas medidas de seguridad y control por parte de los estados mantienen al planeta fuera del riesgo de dichas armas. Nos alienta pensar que el término de la guerra fría en 1989 y los acuerdos de desarme eliminaron los riesgos de un enfrentamiento nuclear. Confiamos en que los extremistas islámicos y otros estados o grupos radicales no tienen ni tendrán acceso ni las condiciones para desarrollar, adquirir y utilizar armas nucleares, en una acción que podría desencadenar una "guerra santa definitiva" o un conflicto mundial final. Pero la verdad es que el peligro no ha desaparecido y, más bien, se ha hecho más complejo de controlar.

Como si no fuese suficiente lo anterior, hemos creado otra gran amenaza sobre nuestra existencia, que se acumula y crece año a año y que en algún momento se tornó o podría tornarse irreversible. La evidencia científica es cada vez más concluyente, aunque algunos todavía la nieguen o no quieran hacerse cargo. Se trata del calentamiento global, producido por las emisiones de dióxido de carbono y otros desechos de la actividad humana sobre la Tierra. El astrofísico y matemático ruso Milutin Milankovitch (1879-1958) logró explicar los ciclos de fluctuación de la temperatura de la superficie de la Tierra en base a las características de su movimiento alrededor del sol. Este modelo y la evidencia empírica muestran  que cada 100.000 años la temperatura del planeta cae lentamente desde alrededor de 17°C hasta cerca de 5°C y luego sube rápidamente hasta llegar nuevamente a su peak desde donde comienza otro ciclo. De acuerdo a esto, debiéramos estar entrando a un período de enfriamiento del planeta. No obstante, por primera vez en los últimos cuatro ciclos de evidencia empírica, la temperatura del planeta no está cayendo después de alcanzado el peak, sino que se ha mantenido e incluso ha tendido a subir. Hace más de dos siglos J Tyndall y S Arrhenius en un trabajo pionero, y luego Budyko (1967) y Ramanathan (1975) demostraron teóricamente la posibilidad de un efecto invernadero ocasionado por acumulación de CO2 u otras substancias (como los CFCs). Pero recién en 1981 Hansen y Lacis, trabajando para la NASA, fueron capaces de predecir, a través de una simulación computacional, que efectivamente la actividad humana, con la tendencia que llevaba, estaba produciendo un calentamiento del planeta visible a escala global. Esta predicción ha sido corroborada con datos reales observados año a año desde 1981.

EVOLUCIÓN DE LA CONCENTRACIÓN DE CO2 Y TEMPERATURA DE LA SUPERFICIE DE LA TIERRA EN LOS ÚLTIMOS 400.000 AÑOS (http://maps.grida.no/go/graphic/temperature-and-co2-concentration-in-the-atmosphere-over-the-past-400-000-years)


Temperature and CO2 concentration in the atmosphere over the past 400 000 years (map/graphic/illustration)


EVOLUCIÓN DE LA TEMPERATURA TERRESTRE EN LOS ÚLTIMOS 130 AÑOS (http://earthobservatory.nasa.gov/Features/GISSTemperature/giss_temperature2.php)

Graph of temperature trend, 1880 to 2006

Tomó años, pero en esta última década finalmente la comunidad científica, los políticos de las grandes economías, las grandes corporaciones y la ciudadanía en general tomaron real conciencia de que el problema del calentamiento global existe y hay que combatirlo en forma urgente para reducir el gran riesgo en que ponemos la supervivencia de nuestra especie. La evidencia muestra hoy en múltiples frentes cómo la sobre población y la sobre explotación del planeta nos conducen inexorablemente hacia su destrucción. Esperamos estar a tiempo para frenar el ritmo de avance del daño a niveles que nos den un respiro para alcanzar a reformular nuestra sustentabilidad. 

En un frente totalmente distinto, la conclusión del trabajo de identificación del genoma humano el año 2003, después de 13 años de carrera científica desenfrenada, fue sin duda uno de los más increíbles, trascendentales y polémicos acontecimientos científicos de las últimas décadas. Hemos dado con el plano de nuestro mapa molecular, ese código secreto que Dios, o nuestra madre naturaleza, guardó con tanto celo por cerca de 200.000 años. Tenemos entre manos algo probablemente más poderoso que la energía nuclear. También cabe preguntarse si estaremos a la altura para administrarlo constructivamente. Conocer nuestros 25.000 genes y sus 3.000 millones de pares de bases químicos abre las puertas hacia un mundo desconocido, al que iremos por un camino rodeado de abismos, un camino de alto riesgo y sin retorno, hacia horizontes impensados, impactantes para la consciencia del hombre contemporáneo, que no caben en los cánones de la historia, de la filosofía, de la ética, de la religión ni de la fe contemporáneas. El conocimiento y la ciencia que se están desarrollando a partir de este hito, en conjunto con los enormes avances en la producción de células madre y de tejido humano, nos llevarán al diseño de formas de vida humana, animal y vegetal resistentes a las enfermedades, resistentes al envejecimiento y, eventualmente, nos conducirán a la vida corporal milenaria o cuasi-eterna.
En paralelo con estos grandes avances de las ciencias atmosféricas y biológicas descritas aquí brevemente, hemos visto cómo la astronomía y las ciencias del espacio han develado la existencia de cientos de exoplanetas (aquéllos que giran en torno a estrellas fuera de este sistema solar). La misión Kepler (http://kepler.nasa.gov/Mission/) está abriendo una gigantesca ventana al universo, que nos permitirá afinar las probabilidades de encontrar un planeta con condiciones para la existencia de vida similares a las de la Tierra. Extrapolando las observaciones ya hechas por la misión, es posible inferir la existencia de millones de planetas dentro de nuestra misma galaxia. Como si esto fuera poco, en paralelo se ha constatado la existencia de agua -que es un catalizador y sostén de la vida en la forma en que la conocemos actualmente- en algunos de los cuerpos celestes de nuestro propio sistema solar. Estos descubrimientos han renovado muy justificadamente las especulaciones y la esperanza de encontrar vida fuera de la Tierra, al menos formas de vida básicas. Y aunque no encontráramos vida inteligente, al menos parece probable encontrar planetas o satélites habitables en forma autosustentable por el hombre. Habitar un satélite como la Luna o un planeta como Marte también es posible con la tecnología con la que contamos actualmente, pero dadas las condiciones que ofrecen éstos  difícilmente su habitabilidad sería autosustentable en el largo plazo, más bien dependería fuertemente del abastecimiento desde la Tierra.

Todos estos descubrimientos y avances científicos parecen estar convergiendo hacia un mismo fin. Pareciera que estamos ante una convergencia de la actividad humana y de las ciencias en sus diversos frentes, aparentemente divergentes, hacia un desenlace inevitable al que nos llevan nuestras mismas acciones. O tal vez el mismo Creador estableció el curso de los hechos en el plan de ruta diseñado para su obra, con una evolución sincronizada hacia un punto de convergencia. O simplemente todo ha sido resultado del azar.

Pues al mismo tiempo que constatamos el daño y el riesgo quizá irreversible en que hemos puesto a nuestra especie en la Tierra, se enciende una luz de esperanza en el descubrimiento de cientos de planetas entre los cuales puede haber uno o más que ofrezcan condiciones para reiniciar nuestra existencia en forma autosustentable. Al mismo tiempo que descubrimos cientos de planetas que alimentan nuestra esperanza de subsistencia como especie, develamos el mapa de nuestra estructura genética y aprendemos los secretos de la creación de tejido humano, lo que allana el camino a la extensión de la vida en el tiempo y el espacio, condición necesaria para que una segunda Arca de Noé inicie su viaje, esta vez milenario y sin retorno, hacia las estrellas, y asegure un nuevo destino a la humanidad, en compañía de muchas otras especies que tendrán que dejar atrás este planeta maltratado. Si éste termina siendo el destino al que finalmente convergen las acciones humanas y las ciencias en sus diversas expresiones, asegurémonos esta vez de subir al arca toda la historia, todo el aprendizaje, toda la evidencia y registro de las decisiones equivocadas de la humanidad, de los errores y de los horrores de este mundo, para refundarnos sobre cimientos de sabiduría y respeto por la creación, por nosotros mismos y por la vida que nos rodea.